Vice

Publicado el 07 de abril de 2020.

Se dice que se «tiene» una enfermedad, un virus: como parte del haber de uno, como algo que se adquirió. Se tiene como una propiedad y se enuncia sugiriendo una remisión al pasado: al momento en que eso otro, ese extranjero misterioso que es la enfermedad, llegó y se allegó —y se obtuvo—.

Publicada el 05 de abril de 2018.

Colombia padece la gran ingratitud —la gran tristeza— de producir poco humor de buena calidad en los medios de comunicación masivos: no es frecuente ni en la prensa ni en la radio ni en la televisión. A mí eso me desconcierta, porque me hacen reír muchos chistes fabricados por colombianos que oigo o leo por ahí (en Facebook), y porque tengo amigos y amigas desopilantes (una palabra horrible, pero para que la conozcan, si no la conocen), y porque ha habido algunos sitios de internet colombianos realmente graciosos (como los doblajes de Hongui y la ya extinta Agencia Pinocho).

Publicada el 07 de febrero de 2018.

No había escrito aquí sobre el movimiento de “Yo también”. He escrito muchos posts en Facebook al respecto, todos reactivos, y por tanto consecuentes con lo que, por lo que he visto, ha sido el combustible y el talante del movimiento: la reactividad. Es de la naturaleza de lo reactivo el ser contradictorio, y mis reacciones se han superpuesto unas a las otras, y me he contradicho y me he desdicho muchas veces al tratar el tema. Pero no he encontrado en mí una posición consistente. Ni en mi experiencia ni en mi reflexión.

Publicada el 02 de noviembre de 2017.

Lo primero fue la nariz. No lo primero primero: antes estuvieron los mil años que los hombres invirtieron en formalizar en la Biblia el patriarcado, y antes de eso pasaron mil y un años en los que se formó el patriarcado, y al mismo tiempo estuvo la invención del héroe en la épica, y luego estuvieron los trovadores con su invención del amor cortés y los caballeros con su invención del amor romántico.

Publicada el 26 de abril de 2017.

Somos el hombre de Cromañón. A lo largo de nuestra historia no nos ha pasado nada distinto de la sucesión en espiral de nuestras satisfacciones y nuestras catástrofes, que no es nada tampoco. No hemos cambiado ni en un medio tono, no nos hemos movido ni un milímetro, y el que vivamos en un planeta redondo y que da vueltas sobre sí mismo y paseos alrededor para volver cada año al mismo sitio debería servirnos como constatación de nuestra recurrencia y como remedio a la insistencia en que hay que mejorar.