«Cuando existe un último narrador omnisciente que está contando cualquier cosa, no hay ninguna posibilidad de enmarcación por encima de él, y con eso cada libro queda encajonado en sí mismo, concluído y, por lo tanto, pequeño, finito. Una vez que un narrador se determina, entonces incluye al lector, que es el siguiente que puede contar la historia después de leerla. Eso me parece muy enriquecedor (…). En Todo en otra parte el gesto es más o menos enigmático, no es muy claro, pero me interesaba que apuntara hacia alllá».
—Carolina Sanín en entrevista para Sombralarga