Peste y amor

Boccaccio enmarca su colección de relatos, el Decamerón, en la constitución de una república amorosa conformada por diez jovenes (siete mujeres, tres hombres: mayoría de mujeres) que conviven fuera de la ciudad refugiándose de la peste y se alternan, día a día, la autoridad.

Enmarca la constitución de esa república en el recuerdo del aislamiento, el abandono y las inversiones y deformaciones sociales que provocó la peste en Florencia. Pero, a su vez, enmarca esto en un proemio en el que les dedica el libro a las mujeres enamoradas.

Se lo dedica a ellas pues sufren más que los hombres, estando recluidas en casa, sin las distracciones y las actividades públicas de ellos. El cautiverio de la peste —y el sentido de la peste— queda pues relacionado con —y referido a— la exclusión de las mujeres de la sociedad.

La mujer —concebida en su marginalización como peste, como objeto de temor y como contagio y, por Boccacio, como sujeto de deseo— se convierte en lectora privilegiada de toda la psique humana, que es el asunto de la colección de relatos.

El sufrimiento de la peste (la desintegración de los vínculos, el aislamiento, el olvido, la muerte en soledad) queda asociado en la obra con el sufrimiento del amor. El no contacto del amor doliente es correlato del contacto mortífero.