Pasajes de Fernando González

Lumen. Bogotá, 2015.

«La manera apropiada —o posible— de estudiar a quien han llamado «el filósofo paisa» parece ser leerlo sin aspirar a explicarlo, y luego tratar de ver qué direcciones ha tomado uno dentro de su escritura. He escogido de la obra de González los fragmentos que me parecieron más representativos —aquellos con los cuales creí que el lector podría reconstruir los libros de los que se extrajeron— y también aquellos con los que resonó mi pensamiento».

—Carolina Sanín, La sillita de Otraparte

Reseñas

«De Fernando González Ochoa (1895-1964) se puede decir que fue original y polémico, autor de una amplia obra que puso en evidencia a la sociedad que le correspondió vivir. Su carácter crítico le acarreó varios problemas, que tal vez repercutieron para que hoy no se conozca su obra de manera profusa. La escritora Carolina Sanín investigó y retomó su obra y el resultado es un libro que ella comenta y del que habló con Semana».

Semana.com

«Leer este libro se asemeja a sentir su pensamiento, a sumergirse en su conciencia. Sus frases encierran desde elementos metafísicos y religiosos hasta la historia y la política, pasando por la autobiografía y el humor. “Nací en Bello, población de Antioquia, departamento de Colombia, en 1895; nací con tres dientes y mordí a mi madre, que murió por un cáncer que se le formó allí. Nací con dientes porque mi padre era alcohólico, y eso hace madurar pronto”, relata en su libro Don Mirócletes».

—Miguel Reyes, Arcadia

«Así encontró Carolina Sanín a Fernando González en Otraparte, en una prueba del destino, como quien prueba un dulce, el destierro, el desarraigo, el desapego; probar estar en otra parte, lejos del origen, privados del afecto; probarlo sólo, como quien toca el fuego, y verse allí en esa casa nunca antes visitada por ella, en ese paraje yermo, en esa habitación vacía de necedades y convencionalismos; pasando por esos parajes desolados se siente como quien da el último beso; entre poemas y manifiestos esperó que los demás se cansaran de encontrarla, y dentro del origen de su ira y su rebeldía necesitó recibir ese cansancio de estar siempre a la defensiva, con crítica y fervor como un don, un amanecer, una limpia mañana, y luego de andar por los prados verdes no tener que ir a ninguna parte donde no estuviera».

—Camila Builes, El Espectador