Yo muchas veces me he preguntado, como muchos, qué es lo que nos ha pasado a los colombianos. Ya que sabemos que nos ha pasado tanto, pero aparentemente, según la proverbial «estabilidad política y económica», no nos ha pasado nada, ¿dónde ha quedado la marca, dónde estará la consecuencia (no para los deudos directos, sino para todos)? Con tantos muertos asesinados sin que pase aparentemente nada, sin que nadie se haga cargo y nadie obligue a recordar, ¿qué será lo que nos ha pasado? Y creo que esta zombificación general, esta estupidización general del país es la respuesta. La consecuencia de los muertos insepultos es que todos actuamos como muertos insepultos. Que caminamos por la vida sin poner atención, sin percibir la realidad. Esa dificultad del colombiano de escuchar y de entender los contenidos más básicos, ese adormecimiento, ese despiste general: esa es la no sepultura de los miles de muertos que no han sido sepultados. El desaparecido eres tú y soy yo, en este sentido. El desaparecido está transmutado en el desleimiento del corazón de cada uno de nosotros, que nos pasamos, todos, a vivir como en un entresueño.