Tan difícil empezar a escribir algo nuevo. Hasta que, a mediados del segundo párrafo, uno se acuerda de que tiene que imaginar al lector, a la lectora, a alguien afuera de uno, y saber que está vinculada con ella a través de una necesidad. Entonces termina el segundo párrafo sabiendo que el lector ya existe y que entonces uno va a poder nacer: proceder del lector. Del tercer párrafo en adelante, ya escribir es vivir esa vida nueva nacida; haber nacido del cuerpo de una madre creada por uno mismo.