«La gata sola podría ser una fábula, pero eso sería limitar el libro, pues éste se expande y busca su sentido más allá de lo que se entiende por la fábula clásica. La narración, que va del detalle a la poesía, trasciende las clasificaciones en cuanto a etiquetas literarias, especialmente la de literatura infantil. La historia no subestima a niños y niñas, por el contrario, cuestiona, ofrece herramientas para la reflexión. La autora sabe que esas mentes jóvenes que eventualmente leerán el libro están, como su gata, descubriendo el mundo con ojos nuevos, ojos que preguntan, ojos incisivos que intentan ir hasta las tripas del mundo, en busca de un lugar en el que exista la posibilidad auténtica de ser individuo y crear comunidad».
—Julio César Márquez, Revista Temporales