«¿Qué emociones suscita la aparición de una gata en un pueblo que nunca ha visto gatos? La escritora Carolina Sanín parece inventar una nueva lengua para nombrarlas, y el ilustrador Santiago Guevara dibuja el tono y la atmósfera de esos paisajes por los que quizás todos hemos transitado. Una fábula, en el sentido más profundo y actual, que nos conmueve con su belleza, incluso en medio del dolor».
«Carolina Sanín emplea un lenguaje vívido y melodioso para tejer esta historia inusual sobre lo extraño y lo desconocido, que en última instancia siempre está en nosotros y que nosotros mismos somos. Santiago Guevara presenta imágenes poderosas, en parte abstractas, para acompañar la historia. La agresión, la violencia y la lucha se expresan con papel rasgado y fragmentos de fotos cruzados por líneas y pinceladas gruesas».
—Biblioteca internacional de la juventud, citada por Loqueleo
«Antes de que la gente le empiece a lanzar piedras, la gata de la que escribe Sanín se la pasa observando desde la copa de un árbol. También está colgada de una de las ramas del inmenso árbol genealógico en el que las colecciones de cuentos orientales se vuelven griegas de la mano de Esopo y luego vuelven a sus orígenes para florecer a través de traducciones medievales. Allí, lejos de transmitir preceptos morales, como más tarde lo hicieron sus versiones aguadas en la Ilustración, las fábulas usaban a los animales para clasificar y entender el comportamiento humano, un conocimiento clave para los gobernantes que ordenaron llevarlas a sus lenguas vernáculas, pues tenían claro que para poder ostentar su corona debían ser capaces de conocer y gobernarse a sí mismos».
«La gata sola podría ser una fábula, pero eso sería limitar el libro, pues éste se expande y busca su sentido más allá de lo que se entiende por la fábula clásica. La narración, que va del detalle a la poesía, trasciende las clasificaciones en cuanto a etiquetas literarias, especialmente la de literatura infantil. La historia no subestima a niños y niñas, por el contrario, cuestiona, ofrece herramientas para la reflexión. La autora sabe que esas mentes jóvenes que eventualmente leerán el libro están, como su gata, descubriendo el mundo con ojos nuevos, ojos que preguntan, ojos incisivos que intentan ir hasta las tripas del mundo, en busca de un lugar en el que exista la posibilidad auténtica de ser individuo y crear comunidad».