Aborto

Es un feto o un embrión, y no un «bebé», y está vivo y puede ser que, de una manera ignota para nosotros los nacidos, padezca su muerte, y provocarla es matar: no una vida humana, sino la vida de un proyecto de humano.

Y lo que las mujeres reclamamos con justicia es el derecho a matar a un hijo no nacido, esto es, mientras dependa de nuestro vientre su supervivencia, si no nos sentimos capaces de ser madres de un nacido.

Decir que no es una vida y no interesarse por el caso de un animal cuya vida toda transcurre antes del nacimiento es de personas irreflexivas. Si esas personas son feministas, es de feministas irreflexivas, que también las hay.

También las mujeres reclamamos, con esto, el derecho a no hablar con eufemismos. Porque solo si se reconoce la dignidad del feto y de la madre (y eso parte de llamarlos por sus nombres) podemos conscientemente dar esta lucha, que es la más importante del feminismo, pues reconoce el poder y la autoridad de la mujer sobre la vida, mayor que los del varón, y el dolor de la mujer en la vida (incluido el dolor de matar su hijo no nacido), mayor que el del varón.